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¿Es posible volver a prácticas agrícolas saludables con los suelos, el ambiente y la salud?

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Muchas veces no sabemos cómo han sido cultivados y producidos los vegetales y carnes que consumimos y rara vez nos preguntamos si han sido fumigados con veneno o qué tipo de abono han usado para nutrirlos. Actualmente, gran parte de las buenas prácticas para trabajar la tierra se han perdido y se ha creado una desconexión entre los consumidores y los agricultores olvidando que las decisiones que tomamos para producir afectan a quienes consumen, al mismo tiempo que quienes consumen pueden exigir nuevas formas de producción.

En la década del 90, el mundo empezó a usar los pesticidas y abonos químicos de manera intensa en la producción de alimentos y se introdujeron las semillas genéticamente modificadas, las llamadas semillas transgénicas o “mejoradas”, con base en argumentos que hoy están fuertemente cuestionados. Panamá no ha sido la excepción: hoy en día, la mayoría de los alimentos que comemos han sido fumigados con pesticidas provenientes de la agroindustria y, generalmente, las semillas son compradas y han sido modificadas genéticamente. Como resultado, gran parte de estos químicos llegan a nuestros cuerpos por consumir vegetales y frutas tratados con ellos o por manipularlos a la hora de cultivar. Sin embargo, el peligro no sólo radica en las enfermedades que son consecuencia de consumir estos alimentos: los pesticidas químicos eliminan también insectos, animales y otros cultivos beneficiosos para la tierra, al mismo tiempo que disminuyen la calidad de los suelos, llevando a su agotamiento. En un futuro cercano, no tendremos semillas a menos que las compremos y no podremos hacerlas crecer si no compramos los químicos específicos para ellas.

Es urgente analizar los efectos que ese tipo de agricultura ha traído tanto a los consumidores como a la tierra. Darién no se escapa de esa realidad y desde el PPD se están identificando los agricultores que trabajan de una manera respetuosa y responsable con el medio ambiente y la salud. Aquí es donde nos preguntamos, ¿cómo garantizamos que los productos que sembramos y consumimos respondan a buenas prácticas agrícolas?

Crédito fotográfico: GORACE